El Antropoceno argentino
El Antropoceno es un período caracterizado por el hecho que la actividad humana sobre el planeta se ha convertido, como nunca antes, en un factor geológico.1 El Antropoceno habría comenzado con la Revolución Industrial,2 en particular con la invención de la máquina de vapor, atribuida a James Watt en 1784 –aunque otros autores sitúan este inicio con el comienzo de la agricultura y la modificación del suelo por acción humana, en torno al siglo VIII a.C.3
La propuesta inicial de este período fue hecha en el año 2000 por Eugene Stoermer y Paul Crutzen.4 Aunque la “idea de crear una época ‘toda reciente’ había sido ya expuesta por Sir Charles Lyell en 1833.”5 Vivimos, sostenía el geo-químico Vladimir Vernadsky en 1924, “en una época geológica sin precedentes. El hombre, por su trabajo y su actitud consciente hacia la vida, reconstruye en un entorno terrestre, el domino lógico de la vida, la biosfera.”6 Más allá del evento taxonómico que significa la aceptación de este nuevo período que sucedería al Holoceno, es la serie de factores que comporta dicha aparición en relación con la biosfera aquello que es relevante, factores que responden a una escala planetaria y no ya a realidades institucionales o políticas locales. La relevancia del Antropoceno reside entonces en los efectos irreversibles que se deben a la intervención continua e incesante del hombre sobre el planeta y cuyas consecuencias imprevisibles cuestionan todas las hipótesis científicas acerca del hombre tenidas hasta el momento.7 Los eventos prioritarios a considerar no son entonces instituciones, imaginarios o ideologías sino, en el mejor de los casos, cómo estas instituciones, imaginarios e ideologías han sido formulados, orientados y determinados, por las condiciones del Antropoceno. La época del Antropoceno “es la de la globalización del sistema técnico y de la destrucción de los sistemas sociales por una desterritorialización del capital financiero incurioso –productor de una inmensa irracionalidad, totalmente desprovisto de cura y, por tanto, testimonio de innombrables externalidades negativas…”.8 En otras palabras, el Antropoceno surge de “agregarle, a la transducción del sistema técnico/sistema social, las dimensiones cosmológicas que constituyen el sistema geofísico y los sistemas biológicos co-implicados en esta transductividad, a un punto tal que ‘las actividades antrópicas habrían devenido la restricción dominante por delante de todas las otras fuerzas geológicas y naturales que hasta hoy prevalecieron’.”9 El Antropoceno es así una condición que determina de manera irreversible toda forma de especulación a escala planetaria. Y es en razón de ello que hablamos de un entrada de lo local en el Antropoceno, sea considerada en términos históricos (1784 circa) como en términos conceptuales (2000 circa).
Por otra parte, la historia (“historiae/historia”: Reinhart Koselleck) como combinación de información (en sentido antropológico) y reflexión (en sentido epistémico) acerca de cómo, cuándo, dónde y por qué dicha información ha sido obtenida y elaborada es el paradigma clásico del historiador local.10 El perfeccionamiento y profundización de este modelo institucional ha sido en años recientes –y en el mejor de los casos– la forma no sólo que lo histórico ha adquirido, sino la configuración que los diversos “eventos” y “hechos” han adquirido. La llamada “independencia” a nivel local es uno de estos aspectos.
La búsqueda y acopiamiento de cantidad y calidad de la información acerca de la independencia –del “período”, como se dice usualmente, de su epocalidad como diríamos en nuestro caso– ha sido el método tradicional de entendimiento del saber histórico y su continuidad no constituiría en este sentido obstáculo alguno de comprehensión, la variedad en sus maneras de ser comunicado puede también continuar con sus regulares ensayos acerca del significado del presente. La probidad de estos mecanismos, sin embargo, no es donde a nuestro parecer se halla la cuestión especulativa más relevante, por cuanto el estatuto en sí de lo memorable es aquello que se ha modificado de manera irreversible.
La independencia ya no constituye, bajo estas premisas, una condición o jalón de identidad local alguna sino que, si las perspectivas no se renuevan, se transformará en un evento vinculado a un método algorítmico de búsqueda de información en un contexto de “gobernabilidad algorítmica” generalizada.11 La posibilidad de reflexionar globalmente pero con capacidad de intervenir sólo de forma puntual, es un desafío para el que las clases políticas e intelectuales locales, al menos por el momento, no están preparadas.
La independencia “de la República”, en definitiva, ha existido hasta hoy –para el público que lee (Kant, Aufklärung) tanto como para el gran público (estadísticas, clientes, marketing)– como evento histórico ¾hecho escolar, fenómeno político, etc. Aquello que el Antropoceno trae es la pérdida de las justificaciones básicas del accionar histórico: (i) la idea de aparcamiento moral (“lecciones de moral”), (ii) la idea de ejemplo hacia el porvenir (“historia maestra de vida”), (iii) la idea de reflexión acerca del pensamiento (“filosofía de la historia”). También se pierde por entropía (iv) el carácter de mise-en-intrigue indispensable para la transmisión narrativa entre generaciones que hace a lo histórico como tal.
La construcción histórica, como se sabe en la actualidad, no es sólo una operación historiográfica, sino también una incursión en la escritura entendida como técnica, en tanto la misma es considerada como pharmakon y parte constitutiva de la grammatisation que caracteriza una época.12 Esta construcción puede, en el caso argentino de la “independencia”, exponerse a partir de cuatro problemas.
Primer problema
La discusión acerca de lo que ha sido no es un problema de evidencia arqueológica (archivo, monumento) sino, en primera instancia, de instrumentalización conceptual y de técnica (pharmakon: Derrida, retención terciaria: Stiegler) en tanto la escritura es una técnica.13 No hay un objeto ajeno (en sentido heideggeriano: cosas, fenómenos, eventos, ereignis), incólume y perfeccionable, al que vamos a buscar en etapas sucesivas hasta que, con descripciones y narraciones, le damos una conformación ontológica casi perfecta y performativa del presente. Referirse al pasado es sobre todo afrontar este problema aun cuando la manera narrativa (plot, mise-en-intrigue) de hacerlo distraiga de su condición epistémica problemática.
Segundo problema
La memoria ya constituida en el sentido de hypomnemata. “Los hypomnemata, en sentido general, son los objetos engendrados por la hypomnesis, es decir, por la artificialización y exteriorización técnica de la memoria. Los hypomnemata son los soportes artificiales de la memoria bajo todas sus formas: del hueso tallado al lector de MP3, pasando por la escritura de la Biblia, la imprenta, la fotografía, etc. […] Los hypomnemata en sentido estricto son técnicas específicamente concebidas para permitir la traducción y la transmisión de la memoria, son soportes exteriorizados de memoria que permiten extender nuestra memoria nerviosa. Toda individuación es inseparable de estos soportes de memoria exteriorizada. La televisión, la radio, internet, en tanto que mnemo-tecnologías, son nuevas formas de hypomnemata que apelan a nuevas practicas.”14 La memoria de esta manera no es sólo una cuestión especulativa en torno a la temporalidad y sus significados, sino también una forma de arquitectura de dicha especulación. De modo que toda época se halla determinada también por estos objetos, aparatos y mecanismos, derivados de la técnica –eso que podríamos indicar como epocalidad. Por ello es que, a nivel local, una lectura ideológica, así como una lectura institucional, carecen en la actualidad de efectividad.15
Tercer problema
La historiografía entendida como aparato/mecanismo pero también como fenómeno resultante de una grammatisation particular. De esta manera la historiografía no sólo es aparato/mecanismo en sentido conceptual (ôåêçí, tekhné) sino que también es aparato/mecanismo del argumento en cuestión y por ende una parte relevante de la grammatisation que constituye su dimensión epistémica. La historiografía es una reflexión acerca de los modos de aprehender, de educar y de constituir dominios de saber –eso que Stiegler, justamente en la discusión en torno a la grammatisation, indica como åðéìåëåéá (épimeleia).16
Cuarto problema
Todos los aspectos anteriores se realizan a partir de un concepto de cognición determinado, producto de la generalización que produce la grammatisation. O, dicho en otros términos, una época se halla determinada por una manera de concebir la relación entre razón y entendimiento (en términos kantianos).17 El interés por ejemplo en una pedagogía como la propuesta por Paulo Freire (1921-1997) no se halla, contrariamente a la interpretación corriente, en las lecturas ideológicas que posibilita, sino, por el contrario, en la definición de lo especulativo a partir de un principio pedagógico y, en última instancia, terapéutico.18 La estrecha relación que en Freire existe entre pedagogía, alfabetización y especulación crítica confirma las condiciones de una grammatisation a la cual, sin decirlo ni ocuparse de manera concreta, el trabajo de Freire reconoce.
La reunión (ensemble) de estos cuatro problemas constituye lo que llamamos, en términos antropocénicos, la independencia argentina. En este sentido la independencia no es local por una narrativa de eventos específica sino por la manera diferenciada (en sentido derridiano) con que el colonialismo fue formulado localmente como grammatisation.19 La relevancia histórica de la llamada independencia local proviene precisamente del valor otorgado a los cuatro problemas (o a uno de ellos) y que se han convertido, a partir de su formulación, en cuatro relatos diferentes. Si desconocemos la causalidad temporal en la fundación del Estado local, como sería el caso siguiendo la perspectiva del Antropoceno, los parámetros considerados como característicos y fundantes en la elaboración del relato histórico clásico (“nacional”, “popular”) no son más relevantes que otros, de modo que la legitimidad de lo local entendido como visión única, carece de sustento.
Observada desde la perspectiva del Antropoceno, la llamada independencia no constituye una narración histórica de una gesta o una serie de avatares institucionales, sino sobre todo la institucionalización de una grammatisation que había comenzado a definirse en Europa a partir del desarrollo del colonialismo, de manera que existe una relación directa entre la evolución de la historia local y la evolución del colonialismo como forma de conquista y gobierno hacia una forma de pensamiento. Si aceptamos esta hipótesis se puede comprehender hasta qué punto, no sólo las teorías locales llamadas anticolonialistas, sino también aquellas que reivindican una ucronía indígena, constituyen mecanismos de reflexión que sostienen unas condiciones de pensamiento que dan por descontado lo contrario de las hipótesis que defienden anticolonialistas e indigenistas. Esta confusión es también un rasgo característico de la dinámica local, y que en términos de la entropía podríamos entenderla como betise (estupidez, tontería, error), así como refoulement (represión, ocultamiento, disimulo).20
La implementación de la grammatisation es así la constitución de un vehículo formidable para la iluminación de las colonias, modificando de esta manera la versión tradicional de la independencia como ruptura con el orden de cosas del Imperio. La llamada independencia de 1810 –incluidas sus derivaciones posteriores– constituye una confirmación del colonialismo como forma de pensamiento, situación a partir de la cual no sólo pueden leerse las sucesivas guerras civiles locales, sino también la relación entre pensamiento y técnica que perdurará por más de un siglo.21
¿Qué es lo que cambia al considerar el Antropoceno como concepto necesario (epistemological stand), en relación con la llamada independencia de lo que sería más tarde la República Argentina? El Antropoceno no sólo introduce otra escala de lo humano, sino que supone la pérdida irreversible de la anterior en términos tantos físicos como técnicos. Eso es aquello que Bernard Stiegler indica como la consecuencia que la industrialización de la tecnología tiene en el proceso de individualización en sentido simondoniano.22 En términos del Antropoceno es lo que entendemos como entropía.
El Antropoceno nos re-envía al pasado en términos de biosfera, es decir, la narración histórica clásica ya no es el elemento primero y más relevante en la construcción del pasado. ¿Por qué? Porque la complejidad irreversible del presente, siendo el accionar humano un elemento geológico, no puede ser leída en términos de una narración tradicional de la historia (begriffsgeschichte en el mejor de los casos). La imaginación de aquello que pensamos puede suceder se halla determinada por aquello que efectivamente sucedió en términos del Antropoceno y que es totalmente tangible/visible en el presente –es decir, no por una sucesión de eventos determinados por una fenomenología del espíritu a la manera de Hegel,23 sino por una evolución física concreta de la biosfera. Esta condición del todo novedosa en términos especulativos a nivel local tiene consecuencias radicales.
La historia como continuidad principal de lo propio humano, es decir, como una prolongación historizada del flujo que entendemos como conciencia y como marco colectivo (familia, Estado, etc.) de la especulación es algo que ya no tiene asidero. La historia como factor temporalizador (en sentido heideggeriano: como cada vez [Jeweiligkeit], como temporalidad de ese cada vez [Zeitlichkeit]) tampoco. Que aquello que entendemos como humano no sea definido por algo propiamente humano –tal como es el caso con el avenimiento del Antropoceno– constituye no sólo una paradoja, sino también un umbral definitivo para todo entendimiento histórico clásico.
El trabajo de destrucción de la creatividad y de la individualidad que el Antropoceno supone, al menos en los términos entrópicos de autores como Jacques Grinevald,24 resuelve per saltum la cuestión de la herencia historiográfica en términos especulativos. El trabajo de deconstrucción, de necesario ha pasado a ser irrelevante, no por superación o innovación de contenidos o argumentos, sino por modificación radical del sentido de lo humano y del conocer. Que “el saber histórico no es la memoria colectiva”25 es una cuestión que la entrada local en el Antropoceno va a resucitar sobre los trágicos acontecimientos recientes en la historia política del país y de modo que la noción de memoria ha sido definida de manera exclusiva en torno al concepto de víctima.
La historia de la independencia de la República Argentina constituye una narración que posee cuatro formatos –un símbolo escolar, un hecho colonial, un problema historiográfico, un evento ideológico– que dan lugar a una noción de gesta basada sobre tres principios construidos de manera retrospectiva: (i) la idea que algo nuevo comienza, (ii) la idea que ese ab initio va a generar cambios en el sentido de situaciones humanas nuevas, y (iii) la idea que se establece una perspectiva diferente y propia a lo local. Son estas asunciones gestuales lo que el Antropoceno viene a desmentir. La inermidad que resulta de ello explica en medida no menor los descalabros incesantes que, a nivel educativo, político y social, suceden en continuidad y para lo cual la visión histórica tradicional de la independencia local se sirve como fuente de una supuesta renovación valorativa del presente. •
1 Crutzen, P. J. “Geology of mankind”, en Nature 415 (6867): 23, 2002. Y también: Crutzen, P. J./E. F. Stoermer. “The ‘Anthropocene’”, en Global Change Newsletter, 41: 17–18, 2000.
2 Crutzen, P./Steffen, W., “How long have we been in the Anthropocene era?”, en Climate Change, volumen 61, 251-257, 2003.
3 Véase Crutzen/Steffen, op cit., 2003. Y también Ellis, Erle C. “Anthropogenic transformation of the terrestrial biosphere”, en Phil. Trans. R. Soc., volumen 369, 2011, pp. 1010-1035.
4 Véase Stoermer/Crutzen, op. cit., 2000.
5 Lorius, Claude/Carpentier, Laurent. Voyage dans l’Anthropocene, Paris: Babel, 2010, p. 68.
6 Lorius/Carpentier, op. cit, 2010, p. 112.
7 Sobre el particular puede consultarse Bernard Stiegler, La société automatique. 1. L’Avenir du travail, Paris: Fayard, 2015.
8 B. Stiegler, op. cit., 2015, p. 382.
9 B. Stiegler, op. cit., 2015, p. 382.
10 Reinhar Koselleck, Historia/historia, Madrid: Trotta, 2010.
11 Véase Antoinette Rouvroy / Thomas Berns. “Gouvernementalité algorithmique et perspectives d’émancipation: le disparate comme condition d’individuation par la relation?”, en Politique des algorithmes. Les métriques du web. RESEAUX, Vol.31, n.177, pp. 163-196 (2013).
12 Véase Jacques Derrida, De la grammatologie, Paris: Minuit, 1967a; Sylvan Auroux, La révolution technologique de la grammatisation, Bruxelles: Mardaga, 1994; Bernard Stiegler, op. cit., 2015 y también Prendre soin. De la Jeunesse et des générations, Paris: Flammarion, 2008. “La grammatisation – expression qui prolonge et détourne un concept de Sylvain Auroux – désigne la transformation d’un continu temporel en un discret spatial: c’est un processus de description, de formalisation et de discrétisation des comportements humains (calculs, langages et gestes) qui permet leur reproductibilité; c’est une abstraction de formes par l’extériorisation des flux dans les «rétentions tertiaires» (exportées dans nos machines, nos appareils).” (Ars Industrialis, 2010, www.arsindustrialis.org, accedido 02.02.2016).
13 Véase J. Derrida, op. cit., 1967a. Y también B. Stiegler, Le temps et la technologie, vol. 3, 2001.
14 Ars industrialis, 2010. Disponible en http://arsindustrialis.org/hypomnemata, acceso 10.03.2016.
15 Bajo esta perspectiva se puede evaluar hasta qué punto los trabajos históricos de difusión popular son dañinos –entrópicos diríamos en los términos del Antropoceno. En este sentido autores como Félix Luna (1925-2009) y, más recientemente, Felipe Pigna (n. 1959) son paradigmáticos. Especialistas en historiografía como Fernando Devoto (n. 1949), por el contrario, constatan los límites epistémicos pero sin extraer las consecuencias.
16 B. Stiegler, Prendre soin. De la jeunesse et des générations, Paris: Flammarion, 2008: 243-247.
17 Véase B. Stiegler, op. cit., 2015.
18 Véase P. Freire, Alfabetização e conscientização. Porto Alegre: Editora Emma, 1963; y también: Pedagogia do oprimido, New York: Herder & Herder, 1970.
19 Véase Sylvain Auroux, op. cit, 1994.
20 Véase B. Stiegler, États de choc – Bêtise et savoir au XXIe siècle, Paris: Fayard/Mille et une nuits, 2012.
21 Véase C. Canaparo, Muerte y transfiguración de la cultura rioplatense, Buenos Aires: Zibaldone, 2005.
22 B. Stiegler, op. cit, 2015. Y también Gilbert Simondon, L’individuation à la lumière des notions de formes et d’information, Paris: Jérôme Millon, 2013.
23 G. W. Hegel. Fenomenología del Espíritu; edición bilingüe y traducción de Antonio Gómez Ramos, Madrid: Editorial Abada, 2010. Y también Edmond Husserl, Fenomenología de la Conciencia del Tiempo Inmanente, Buenos Aires: Nova, 1959. Editado por Martin Heidegger. Trad. de Otto E. Langfelder.
24 Jacques Grinevald, “Le concept d’Anthropocène et son contexte historique et scientifique”, séminaire du 11 mai 2012, Momentum Institute, pp. 46.
25 Paul Veyne, “Éloge de la curiosité. Inventaire et intellection en histoire”, en Philosophie et Histoire, Paris: Centre Pompidou, 1987, pp. 15-16.
Claudio Canaparo: Filósofo, ensayista y docente universitario (Birkbeck College, University of London).