La palabra, la emancipación y las artes latinoamericanas
Horacio González, pensador argentino, ex director de la Biblioteca Nacional y autor de numerosos ensayos y artículos que dan cuenta de los grandes dilemas de la cultura popular, la historia argentina, los avatares de la lengua y las encrucijadas de la política, dictó un muy concurrido seminario en la Maestría en Estéticas Contemporáneas Latinoamericanas (radicada en la Undav, dictada en el CIA, dirigida por Adrián Cangi y coordinada por Alejandra González y Ariel Pennisi).
Se propuso un amplio recorrido por las vanguardias latinoamericanas reuniendo escritores y ensayistas políticos con artistas que pensaron a la par las tensiones entre un latinoamericanismo en construcción y diversas formas de apropiación de los saberes y las estéticas universales. Así, pasó de José Vasconcelos y Diego Rivera a Marriátegui y Vallejo; de Lezama Lima y Portocarrero a Oswald de Andrade y Chico Buarque… Su recorrido no ahorró asociaciones con la actualidad política y estética, generando un doble efecto: por un lado, de desacralización y uso de los conceptos y las grandes tradiciones y, por otro, de extrañamiento respecto del presente cultural e intelectual argentino y latinoamericano.
En consonancia con otros seminarios que se vienen dictando en la Maestría, así como charlas y encuentros internacionales (María Pía López, Eduardo Grüner, Christian Ferrer, Rita Segato, Walter Mignolo, Eduardo Rinesi, Ana María Camblong, entre otros), González planteó la necesidad de contar con espacios de pensamiento resistentes a la inmediatez de las coyunturas, al tiempo que llamó a la intelectualidad y a los artistas a intervenir desprejuiciadamente en la trama de nuestra cultura a todo nivel. La Maestría se convirtió en un espacio amplio y plural con capacidad de procesar las complejidades de la hora; es una importante herramienta que se inscribe en la apuesta de las universidades públicas emplazadas en zonas populares del conurbano con el desafío de resonar con los deseos y derechos de sus habitantes. Porque no hay “alto vuelo” que valga la pena si el gesto del pensamiento aparece en una esfera separada… León Rozitchner dijo en una entrevista: “si el pueblo no se mueve la filosofía no piensa”, reubicando, al mismo tiempo, la necesidad de pensarnos y de interrogar los regímenes sensibles que nos atraviesan. Pueblo pensante y pensamiento popular son los vectores que, arropando la importancia de la disidencia y de una razón pluralista, orientan las amplias redes que se anudan en nuestras apuestas.
Horacio González insistió en que:
«Hay una ilusión de neutralidad idiomática que permitiría una comunicación transparente y que, al mismo tiempo, destruiría el proceso histórico de la construcción de la variedad lingüística y discursiva de todos los países. El único país que registró a la manera de un debate público la cuestión de la emancipación idiomática y le puso ese nombre fue la Argentina. A simple escucha (para no decir “a simple vista”), nuestro país tiene muchas variedades idiomáticas, y la idea de que era necesario emanciparse idiomáticamente surge de Alberdi, de Echeverría… Para la generación del 37 las letras representan un momento crucial en la emancipación respecto de España. Es una generación que se inclina a la ponderación de las letras por sobre las armas, por eso es una generación que está en contra del prócer fundador, que no gusta de San Martín (recién con Mitre se inaugura el discurso pro sanmartiniano, que es el discurso de una nación fundada por las armas y por el historiador de las armas)».
González retomó una discusión que forma parte de una tradición en sí misma, la que releva el problema de las sujeciones y los impulsos liberadores que se juegan en el nivel de la lengua. ¿Simón Rodríguez o Sarmiento? ¿Educación civilizatoria o educación popular? La palabra puede ser un arma, como reza el bello texto de Emma Goldman, porque la lengua contiene la cifra de los modos de sentir y actuar en los bordes de lo posible. Y las vanguardias expresivas, los movimientos que exploraron nuevas formas de intervenir estética y políticamente los cuerpos, nos siguen interpelando como en una gran conversación que continúa y se reactualiza.
La generosidad oral del ensayista planteó que:
«Hay una idiomática, en cualquier lugar del mundo que es huidiza, de suma plasticidad, sin bordes definidos, casi sin fronteras, que precisa de lingüistas y de gramáticos que de algún modo la vigilen y la controlen. Contra ese control, que era el control de la Real Academia, se realiza el ejercicio insumiso… Hay una insumisión de la generación del 37 respecto del idioma. Por ejemplo, el Borges clásico era un Borges muy rebelde para el idioma, su modo de emplear las figuras retóricas (sobre todo la hipálage) es una rebeldía profunda, pone al idioma en estado de insurgencia permanente. Es el modo literario en que se realiza lo que la generación del 37 anunció. ¿Estamos en un país emancipado solo por las armas o por algo que sería tal vez más importante como el modo de hablar, el modo de escribir, por la fundación de una literatura? Hoy la televisión ve la relación mercado-idioma de una forma que apuesta a la inteligibilidad total… Así mueren los idiomas porque la inteligibilidad total no puede existir, siempre hay una reserva hermética en el idioma, digamos, a la manera de Spinetta, a la manera del Indio Solari, esa reserva hermética es custodio del tesoro del idioma y sospechamos que en esa criptografía está todo el idioma desplegado a la manera de una poética popular (como es el caso de Spinetta o el Indio Solari), y desplegado en la literatura en una poética a lo Lezama Lima (en Cuba), quien se propone el problema del barroco como lugar de una emancipación, al proponerse emancipar el barroco latinoamericano del europeo. Cuando Fantino dice “bueno profesor, está todo bien, pero que entienda nuestro público” y pretende un nivel de inteligibilidad y de transparencia total, ahí comienzan a peligrar los idiomas… Ahí la Real Academia tendría que decir: “bueno querido Fantino, díganos cómo se pronuncia esto… cómo tenemos que decir epistemología para que nuestro público entienda”. Hoy los movimientos feministas introducen una severa variante en el idioma con una letra impronunciable, lo que significa una rebeldía muy grande respecto de la gramática. Son movimientos que deben pensar continuamente si la rebelión está en el contenido respecto del papel de la mujer en la sociedad contemporánea o si, además, esta rebelión, esta forma de la igualdad, tiene que pasar como forma lingüística, donde el idioma se sexualiza y toma la pertinencia de quien lo habla».
La propuesta de la Maestría, que consiste en albergar pensamientos, prácticas y obras asociadas a nuestra historia latinoamericana, nuestras mejores tradiciones emancipatorias, discusiones en torno a las sensibilidades de nuestro tiempo, funciona también como un espacio de referencia con suficiente autonomía como para gozar de la legitimidad que hoy se le reconoce. En la clase del 3 de junio, González empezó y terminó una hora antes para movilizarnos a la marcha “Ni Una Menos”. La calle resonaba en el aula y las palabras que fueron puestas en juego en ese espacio cálido y potente de elucubraciones se prolongaron conectando atmósferas en una sola movilización. •