Eva Perón resucitada. Notas sobre una obra de Vicente Zito Lema
1. “Ni toda el agua del mar podrá borrarlo…”
Vivimos en el interior de una ballena.
Habitamos en las entrañas de una fábrica que digiere energías vivientes, hasta arrojar lo que resta de los cuerpos, a la nada.
En bestiarios medievales, ballenas denotan presencias aterradoras y destructivas: a veces, también, el vientre de un alumbramiento.
La puesta en escena de una poética en el espacio del IMPA tiene presencia semiótica.
La ceremonia de conciliar la carne con el alma se sacude entre metales tan dúctiles como resistentes.
Acoplar fábrica con poesía, tragedia con máquina, mamelucos de trabajadoras con un coro de pálidas “monas lisas holandesas”.
2. “Llueve. Es una lluvia que duele. Lo que llueve es mi sangre…”
Ensamble de poéticas: coro, luces, herramientas, vestidos, antorchas, camilla, sudario, parlamentos, música, relatos, heroína muerta, proyecciones, piano vivo, el libro de un poeta.
3. «La muerte no es belleza, la muerte no es amor…”
El vocablo resucitar dice suscitar vidas, excitar cuerpos, despertar dioses.
Anuncio modesto: “intento delicado y monstruoso de resucitar la vida”.
Un acto de generosidad posibilita que veamos, en la vida que vivimos, algo, en lugar de nada.
Un poeta todas las noches, vuelve a entrar en un cálido quirófano helado.
4. “Oh, alma mía / Qué será de ti…”
Indecisión: “no sabemos si los sueños pertenecen a la vida o a la muerte”.
Un cadáver robado retorna empujado sobre una camilla por un cuerpo casi sin fuerzas.
No se trata del corazón en un poeta, sino de la voz dislocada de la historia.
Un coro de mujeres revive con antorchas encendidas la noche interminable del mil novecientos cincuenta y tres.
5. “No hay piedad para el final de tu secreto”
La poesía sueña infancias de la historia.
Escribe Bachelard: “Toda infancia debe ser imaginada de nuevo”.
6. “Sé mi amante….”
Stendhal piensa el arte como inminencia de una felicidad por venir.
Vicente Zito Lema como inminencia de vidas que despiertan.
7. “¿Desde dónde hablar de Eva?”
Evita: se hace imperceptible para persistir.
8. “…sus manos que no olvidan de apretar la soga que nos anuda la garganta…”
Qué condiciones posibilitan que vidas de una generación queden cautivadas por una pasión política.
9. “…tumbas como cántaros para recoger las lagrimas”
Ni saber ni no saber, hermoso y desolado estado de algo que se ha vivido.
Escribe Emily Dickinson (1864): “El Dolor -expande el Tiempo / Siglos se enroscan dentro / De la diminuta Circunferencia / de un solo tejido nervioso-”.
10. “El amor…”
La resucitación no aviva fantasías de inmortalidad de una mujer, sino la promesa de una lucha.
Un poeta que vivió muchas pesadillas decide escribir y dirigir un sueño resucitador.
Fantasía que suscita, que se agita en la frágil y obstinada memoria de un cuerpo herido.
Evita sirve de contraseña de los tiempos políticos argentinos.
Ritual profano, aquelarre de mujeres, sin machos cabríos.
11. “Eva, Eva, tanto dolor, tanto dolor… ¿Valió la pena tu dolor?”
Rosita Melo, una de las primeras compositoras del río de la plata, escribe para piano el vals Desde el alma en 1947.
Poco después, Homero Manzi interviene en la letra: “Alma si tanto te han herido, ¿por qué te niegas al olvido?”.
12. “Fui espuma de su mar y fui su mar…”
Cuando el deseo enciende la magia de la vida, cuerpo y alma componen una sola sensibilidad hablante.
13. “Yo he besado los labios del dolor…”
El cuerpo desdichado de una mujer del coro llega hasta el centro de la escena.
Una gran fuente cilíndrica de zinc, que se usa para lavar ropa o bañar criaturas pequeñas, oficia de recipiente plebeyo de resurrección.
Fuente repudiada por la impudicia de los cuerpos desnudos, que Lola Mora (1903) realiza en mármol blanco de Carrara, para representar a las nereidas asistiendo al nacimiento de Venus.
14. “Mi cuerpo sin nubes…”
Bustos de yeso de la cabeza de Evita: espuma barata de la muerte.
15. “Como si fuera peste…”
Narrativas suscitadas por la figura de Eva son innumerables, algunas entre tantas.
Ella de Juan Carlos Onetti (1953), El simulacro de Jorge Luis Borges (1960), La señora muerta de David Viñas (1963), Esa mujer de Rodolfo Walsh (1965). Eva Perón de Copi (1969). Evita vive de Néstor Perlongher (1975). Eva, el gran musical argentino, con textos y letras de Pedro Orgambide (1986). Santa Evita de Tomás Eloy Martínez (1995).
16. “¡Y el cielo estalló en espantos…!”
En el centro de la insurrección un mujer con los pechos desnudos.
Como en la tela La Libertad guiando al Pueblo de Eugene Delacroix (1830).
17. “Peggy, Betty, July, Mary, rubias de New York, cabecitas adoradas, que mienten amor…”
Sensualidades irrumpen en las sombras de una fábrica, entre tachos, barriles, fajos de aluminio, máquinas cubiertas de óxido, un camión inmóvil.
18. “Pero tú vida seguirás con loca dulzura…”
Sobre la cabeza de Evita un sombrero de paja con velas encendidas.
Un sombrero así usa Van Gogh para pintar la noche.
19. “…seguirás obstinada y obstinada en esta plaza…”
No se trata de volver a golpear al espectador, como quería Brecht, para que despierte del encantamiento que lo gobierna sin que lo sepa.
Tal vez, como gustaba decir a Lezama Lima, sí de “astucias para pellizcar en zonas donde se aposentan viveros de innovaciones”.
No retorcer la piel de quienes están ahí, sino asir sonoridades, temperaturas, texturas, de las memorias.
Recordar, como dice Burroughs, que cada vocablo transporta un virus. Y que liberar ese virus en la palabra resulta más peligroso que liberar energía de un átomo.
Despertar tempestades: tormentas secretas, como las del amor.
Alegrías no patriarcales ni matriarcales, no poéticas ni teatrales: alegrías que se aproximan haciendo lo que no se puede hacer, con tanta prudencia como furor.
20. “…tenue muy tenue…”
Una mujer que lleva el nombre de Nara Carreira pone en escena congojas, sensibilidades, furias, derrotas, de las mujeres de la historia.
21. “El ritual ha sido celebrado…”
Vicente Zito Lema encanta fantasmas que vagan sin sepulturas.
Pavlovsky alguna vez dijo que en escena se llenaba de vitalidad y energía: “Sobre el escenario siento que estoy derrotando a la muerte”. •
* Marcelo Percia, Psicoanalista, ensayista, docente universitario (UBA).